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Sin obra pública preocupa la falta de mantenimiento de las rutas
La paralización de la obra pública a nivel nacional está generando profundas consecuencias en diversas regiones del país, especialmente en la provincia de Buenos Aires.
Así lo advirtió el ministro de Desarrollo Agrario bonaerense, Javier Rodríguez, quien expresó su preocupación por los efectos concretos que ya comienzan a manifestarse en el entramado productivo provincial.
El freno a las obras, producto del recorte de fondos por parte del gobierno nacional, pone en jaque no sólo el mantenimiento de la infraestructura existente, sino también la continuidad de proyectos estratégicos que resultan claves para el desarrollo agroindustrial, la conectividad vial y la mitigación de riesgos ambientales. Rodríguez señaló que la decisión de interrumpir la inversión en obra pública no es meramente administrativa, sino que conlleva impactos directos sobre la calidad de vida de los ciudadanos y el funcionamiento de los sectores productivos.
Las rutas: señales de una crisis que avanza
Uno de los principales reclamos del titular de la cartera agraria se centró en el deterioro progresivo de la red vial bonaerense. “La falta de mantenimiento no se nota el primer día, pero con el correr de los meses aparecen los baches, el pasto crecido, la intransitabilidad. Eso ya se está viendo”, afirmó Rodríguez.
La conectividad es un factor esencial para el transporte de la producción, especialmente en una provincia con una matriz agrícola y agroindustrial tan fuerte como Buenos Aires. La interrupción de tareas básicas de conservación y mejora en las rutas impacta negativamente en los tiempos y costos logísticos, afectando la competitividad de productores, cooperativas y pymes rurales.
La Cuenca del Salado, obra estratégica en riesgo
Uno de los ejemplos más emblemáticos de esta situación es la paralización de las obras en la Cuenca del Salado, proyecto que desde hace más de dos décadas busca reducir el riesgo de inundaciones en una de las zonas más productivas de la provincia. Rodríguez recordó que esta intervención fue sostenida por gobiernos de diferentes signos políticos y que en los últimos años había alcanzado un nivel de avance significativo.
“Desde el 10 de diciembre, el Gobierno nacional dejó de pagarle a las contratistas y hoy está completamente frenada”, explicó. Además, advirtió que los efectos de esta paralización ya son visibles, y que en la última gran lluvia se observó un contraste marcado entre las zonas que cuentan con los trabajos concluidos y aquellas donde las obras quedaron inconclusas.
La falta de continuidad en este tipo de proyectos no solo genera incertidumbre en términos económicos y laborales, sino que expone a vastas zonas del territorio bonaerense a fenómenos climáticos adversos, comprometiendo la seguridad de poblaciones enteras y poniendo en riesgo cultivos, ganado e infraestructura.
Sector pesquero: barcos amarrados y empleos en riesgo
La preocupación del ministro se extiende también a otros sectores clave de la economía bonaerense. En particular, Rodríguez alertó sobre la situación del sector pesquero, donde “todavía hay una parálisis muy fuerte en la flota”. Aunque comenzó la temporada de langostino, muchos barcos siguen amarrados en los puertos debido a una ecuación económica que ya no cierra para los armadores.
Esta situación, sumada a la volatilidad cambiaria, genera un fuerte impacto sobre el empleo: “Son miles de puestos de trabajo en riesgo”, enfatizó. La pesca, como actividad productiva y generadora de divisas, se encuentra en una situación crítica que no ha recibido la atención ni el respaldo esperado por parte de las autoridades nacionales.
La pérdida de tambos: otra señal de alarma
Rodríguez también se refirió a la grave crisis que atraviesan los pequeños y medianos productores, particularmente en el sector lechero. “Con la caída del consumo y la situación del dólar, se han perdido más de 1.000 tambos en el último año en el país”, denunció. Este dato no solo refleja la fragilidad de los sistemas productivos en contextos adversos, sino también la necesidad de políticas activas para su preservación.
El cierre de tambos implica la pérdida de fuentes de trabajo, de producción local y de arraigo en zonas rurales, elementos fundamentales para el sostenimiento de las economías regionales y para evitar procesos de migración forzada hacia los centros urbanos.
Sin diálogo ni respuesta efectiva
Consultado sobre la posibilidad de revertir esta situación mediante gestiones ante el gobierno nacional, Rodríguez fue categórico: “El área de Agricultura no tiene capacidades de decisión. En definitiva, todo queda en manos del ministro de Economía, que es inaccesible tanto para representantes de sectores productivos, empresarios, trabajadores e incluso gobiernos provinciales”.
El ministro expresó su preocupación ante lo que considera una falta de atención por parte del Ejecutivo nacional a las cuestiones productivas: “No hay una política de desarrollo, ni una mirada federal. El gobierno no le presta ningún tipo de atención a los problemas estructurales que afectan a la producción”.
La obra pública como motor del desarrollo
La paralización de la obra pública no solo detiene máquinas y retrasa cronogramas: interrumpe el ciclo de crecimiento, empleo e inversión que estas obras generan. En un país que necesita recuperar dinamismo económico y generar oportunidades en todo el territorio, el recorte de inversiones en infraestructura parece ir en sentido contrario.
Para la provincia de Buenos Aires, con su densidad productiva, su red de caminos rurales y sus necesidades hídricas, la obra pública es mucho más que cemento y asfalto: es un instrumento de desarrollo estratégico. Su parálisis, entonces, no es sólo una decisión financiera, sino una política que impacta de lleno en la vida de millones de personas.
